La farsa europea

por alvarofragua7

La farsa europea

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En Europa gustamos de andar con la cabeza bien alta, proclamando a voz viva lo buena que es nuestra cultura, y lo mucho que de nosotros podrían aprender las culturas más medievales: la cultura china, la cultura árabe, la cultura israelí y los anticuados reductos de cultura eminentemente religiosa que quedan en Europa.

Pero en realidad somos los más hipócritas. Cuando ocurre en nuestros países despreciamos absolutamente la violencia en las calles, y cuándo hay alguna protesta ¡ojo como haya un solo manifestante un poco violento! que se tachará a todos los manifestantes de radicales, violentos y antidemocráticos. Excepto claro está, si se está protestando contra la patriarcal y retrógrada Iglesia Católica, entonces todo vale, y cuanto más bestia seas más democrático (Parece casi la Neolengua de Orwell). En cambio cuando hay gente violenta protestando en países del extrarradio de Europa, con valores diferentes (véase Ucrania y Egipto) les aplaudimos y les apoyamos incondicionalmente, nos da igual que sean países con representantes elegidos democráticamente. Esto más allá de que tengan o no razón en sus protestas, consideración que no afecta al juicio del europeo medio puesto que no tiene ni la más mínima idea de la profundidad de los asuntos que están detrás de las disputas.

Eso sí, como a alguien del ámbito occidental (véase Edward Snowden) le de por denunciar las faltas de las democracias occidentales, le machacamos y le perseguimos, le tachamos de irresponsable. Ahora, si esto mismo lo hace una persona que viene de otra cultura (véase el disidente chino Liu Xiaobo) se le da un premio Nobel. En Europa premiamos la valentía y la preocupación por los derechos humanos, la letra pequeña es que sólo lo premiamos si no nos resulta inconveniente. Con esto no quiero decir que Liu Xiabo no se merezca su premio Nobel, no quiero entrar en detalles, pero me parece más bien que Edward Snowden también se lo merece.

En fin, que de vez en cuando los europeos, en vez de mirar acusatoriamente a todos los países que no se conforman exactamente con nuestros intereses deberíamos intentar ser más consecuentes con lo que afirmamos y así, probablemente, estos países nos tomarían más en serio.

Jorge H.